viernes, 19 de noviembre de 2010

-“Lo recagaron a trompadas a Tito” dijo Lino desde la puerta.
-“¿Cómo?”
-“Anoche. Después de la reunión. Lo agarraron en la estación de subte y lo dejaron de hospital.”

Lo más destacado de la mañana era la Olivetti hecha mierda que vino de Contaduría y que había agarrado el Viejo Gómez.

-“¡Yo les dije! Les dije que no se iban a quedar piolas con eso de andar eligiendo delegados”

Rojas tenía la cara colorada de bronca. Olmedo caminaba por la oficina haciendo “no” con la cabeza.

-“¿Y ahora?”
-“Los muchachos del sindicato vienen a media mañana y se reúnen con los otros delegados. A ver si hacemos algo”.
-“¿Qué carajo vamos a hacer? Nos van a fajar a nosotros también”.
-“Fueron los de Belmondo, fueron los de Belmondo.”
-“Obvio que fueron los de Belmondo, boludo. El tipo le hace el trabajo sucio a la Comisión”.
-“Carnero hijo de mil puta”.

Lino saludo y se fue para su sector. Me quede mirando el vidrio de la puerta, esperando que un matón oscureciera el cartel que decía Reparaciones.
A las once llego la gente del sindicato.
Once y veinte Belmondo se bajó del Chevrolet con traje impecable y sonrisa burlona.

-“Ahí esta ese mal parido” avisó Olmedo.
-“Te dije, ahora los revientan a todos los delegados”.

De repente, Belmondo y su andar de malevo sobrador se desparramaron en la vereda. De la cabeza engominada salía sangre a borbotones.
A su lado, el cadáver de la Olivetti miraba las teclas amputadas por todo el asfalto, consciente de haber dado su última batalla.